viernes, 10 de diciembre de 2010

ASUNCIÓN EDO VICENT...

PREMIO MUJERES DE JOTA 2011 POR EL CENTRO ARAGONÉS




En la 4ª edición de nuestros premios Mujeres de Jota, marzo de 2011, será Asunción Edo nuestra jotera homenajeada por el Centro Aragonés. Nos llena de orgullo que su nombre figure entre las premiadas por el Centro Aragonés: Josefa Vidal (1ª edición) y Teresa Abadía (3ª edición). Esta 4ª edición se celebrará dentro de los actos conmemorativos del 70 aniversario de nuestro Centro Aragonés, es por ello que debíamos premiar a una persona con una extensa trayectoria y con un importante papel en la historia de nuestra casa. Asunción fue dama de la corte de honor y reina de nuestro Centro Aragonés durante los años 70. También, en aquella época, fue la primera mujer que se integró en una Junta Directiva de nuestra Asociación. Todas estas actividades las compaginaba con su labor como cantadora en el grupo de jota... Tras un periodo de descanso, en el año 2006, se vuelve a incoporar al grupo de jota y en la actualidad continua en activo como componente del grupo de canto, compartiendo el gozo de cantar con su hija María, que ya ha tomado el relevo generacional ocupando el cargo de dama de la corte de honor que ya regentara su madre años atrás.




Semblanza biográfica de ASUNCIÓN EDO


Capítulo Primero: los orígenes.

Asunción Edo Vicent entró en el Centro Aragonés del Puerto de Sagunto hace casi treinta años, en 1972, y lo hizo para cantar. Llegaba con equipaje, pues lo que ella denomina el “sentir” de la jota, ya lo traía consigo. ¿Eran sus raíces aragonesas? Seguro, pero también las valencianas. Su abuela paterna, que era de Manzanera, en Teruel, cantaba la jota, aunque sólo logró escucharla un par de veces. Su padre, turolense de Sarrión, también cantaba, si bien lo hacía en un ámbito coloquial, como tantos otros. Por su parte, en la familia materna, de origen valenciano, el abuelo cantaba “valencianas” y tocaba la guitarra, pero su principal faceta era la de “versador” de letras para el “cant d’estil”.
La relación de Asunción con esta Casa se inició por el negocio, cuando, un día de 1972, se personó en el Centro Aragonés para venderle al bar huevos de la granja familiar. Allí coincidió con Miguelico y el “Tío Esquilache”, que, en plan de broma, la provocaron para que cantase. Asunción, lejos de intimidarse, se lanzó con la tonada de “Uno de Sarrión se compró un camión a medias con otro para acarrear madera”. Al oírla, se acercó Manuel Pedro, de Cella, que ya en serio le manifestó: “el martes que viene te esperamos, que viene el maestro de Valencia”. Así empezó todo y, durante sus tres primeros meses cantó el mismo estilo, con la misma letra. No obstante, le esperaban muchas vivencias y lo que ella denomina, “momentos especiales”. Y no es extraño, porque la jota representa para Asunción, sentimiento y, a la vez, un vehículo para canalizarlo, de ahí su tendencia a las jotas melancólicas si está triste, y a la “picaronas” cuando está contenta.

Capitulo Segundo: su primera etapa en la jota, de 1972 a 1981.

Cuando Asunción se integró en este Centro Aragonés, el grupo de canto estaba a cargo de Ángel Martínez, cantador y profesor de música de Enseñanza Media. Ángel fue su profesor de 1972 hasta 1981, y le aportó formación técnica, pues el sentir como cantadora de jota ya lo tenía, como si viniera de fábrica. En su actividad formativa, Ángel le explicó a Asunción que la voz de ella se acoplaba especialmente a las tonadas de la legendaria Pilar Gascón, cantadora de cuya escuela y enseñanzas provenía el propio Ángel, a través del que había sido su profesor, el oscense Antonio Allué.
La actividad de Asunción estuvo caracterizada desde el principio por la energía y el entusiasmo; por ello no se limitó al cuadro de canto, sino que tuvo también carácter representativo: primero fue Dama de la Corte de Honor, después, de 1976 a 1978, Reina del Centro Aragonés, y finalmente, en 1979, rompió el molde siendo, con su cargo de Vicepresidenta Segunda, la primera mujer que formó parte de la Junta Directiva de nuestro Centro Aragonés, en una época en la que, cuanto menos, resultaba chocante que una mujer tuviese un papel activo en la gestión de este tipo de sociedades. Por otra parte, tampoco su labor se ciñó al Puerto de Sagunto, pues durante aquellos años fueron frecuentes sus colaboraciones con el Centro Aragonés de Valencia.
Sin embargo, en 1981, la puesta en marcha de un nuevo negocio familiar requirió toda la dedicación de Asunción, que abrió un largo paréntesis en su relación con la jota, que duraría hasta 2006. Aunque hubo una excepción, cuando en el año 2001 vuelve a ensayar, esta vez con Vicente Rubio, para preparar la actuación que tendría lugar en el Teatro Principal de Valencia, con motivo del 50 Aniversario del Centro Aragonés de dicha ciudad. Allí cantará junto a su antiguo compañero, Vicente Rubio. Y ése será uno de los grandes “momentos especiales” de sus vivencias joteras.

Capítulo Tercero: cantadores de fuera y compañeros de aquí.

Durante su primera etapa jotera, Asunción conoció a importantes cantadores y cantadoras, como el Pastor de Andorra, Jesús Gracia, Teresa Pomar, Bienvenida Argensola, Antonio Allué, y Víctor Lera, un cantador de Huesca que también solía acompañar al centro de Valencia en sus salidas… Además, el Pastor de Andorra, que venía muy a menudo a cantar al Puerto de Sagunto, fue a rondarle a su casa el primer año que Asunción fue Reina, todo un privilegio.
En ningún caso puede olvidarse Asunción de Vicente Rubio, un cantador al que siempre ha calado por su estilo, y que era, junto a su maestro, Ángel Martínez, su referente más próximo, pues durante cuatro o más años Vicente fue el único cantador varón y adulto en el Puerto de Sagunto. Vicente Rubio, pese a su larga trayectoria docente, nunca llegó a ser profesor de Asunción, sino un estimado compañero en el cuadro de canto, un compañero sobre el cual, según reconoce Asunción, existía un cierto pique entre las cantadoras por poder cantar dúos con él.
Igualmente, gracias a la jota, Asunción va a conocer al que más tarde se convertirá en su marido, José Luis Martí, un estupendo bailador que también sentía pasión por la jota cantada.

Capítulo Cuarto: sus viajes.

En los años 70, los centros aragoneses del Puerto de Sagunto y Valencia compartían tanto al profesor de canto, Ángel Martínez, como al de baile, Pablo Luis Maza. Por ello, Asunción, en los años 1973, 1974 y 1976, entre otras colaboraciones, tuvo la oportunidad de participar con el Centro Aragonés de Valencia en las actuaciones que éste realizaba en Francia, en el marco de los encuentros internacionales de folclore. De esta forma, Asunción recorrió numerosas ciudades francesas, como Dijon, Pont Chretien, Lille, Nancy, Colmar, Vienne, Bourbille y Estrasburgo. Así mismo, cantaba en el festival que el Centro de Valencia brindaba en el Teatro Principal de Valencia cada 29 de junio.

Capítulo Quinto: los momentos especiales.

Cantar en el extranjero, representando al folclore español a través del aragonés, ha sido para ella uno de sus acontecimientos más especiales. Especial por los encendidos aplausos que recibían, y porque el hecho de cantar la jota fuera de España, hace que sus notas se emitan, se escuchen y se paladeen con una emoción más intensa de lo acostumbrado, dado que la jota era y aún es parte de una esencia y de una identidad. Por ello, siempre ha sonado más emotiva al otro lado del mar o, como en este caso, al otro lado de los Pirineos, que entonces separaban mucho más que ahora.

Para Asunción, que no ha participado en concursos y no conoce la experiencia concreta de recibir un premio, ha sido un gran premio poder compartir la emoción del canto y el baile con grupos folclóricos de otros países. De sus palabras se desprende que se producía una sentida empatía entre los participantes, una comunión de emociones, porque los bailadores y cantadores extranjeros percibían el sentimiento que la jota expresaba, del mismo modo que Asunción y los suyos también sintonizaban la emoción que los otros desprendían. Recuerda, además, que este encuentro casi fraternal de emociones era especialmente intenso con los rusos, a pesar de que respecto a ellos había una cierta rivalidad por las diferencias históricas que el régimen español de entonces se esforzaba en mantener, lo que demostraba, de forma práctica, que la música está por encima de las diferencias políticas y puede unir las conciencias en una sola.

Aunque tendemos a idealizar los recuerdos, siempre hay un fundamento sólido para ello. Así, Asunción rememora, durante su último viaje a Francia en junio de 1976, la actuación en Estrasburgo, en el entorno monumental del patio del Château de Rohan, teniendo, como fondo muy próximo, la labor de filigrana de la soberbia fachada gótica de la catedral de Estrasburgo. Si a la emoción compartida que mencionábamos antes, añadimos este escenario de excepción, entenderemos que ése fuera un momento también muy especial de sus actuaciones por tierras de Francia.

Capítulo principal y final: María Martí, su hija.

A pesar de que a Asunción le quedan muchos años de colaboración con esta Casa, ya se ha solapado con su relevo: María Martí. Respecto a la faceta jotera de su hija, dice Asunción que ella no le ha transmitido nada, que todo es resultado de la ilusión que en ello puso el padre de María, José Luis Martí. Él, que era, y así está reconocido, un gran bailador y un gran jotero, solía decir que “el que tiene voz para cantar la jota y no la canta, debería quedarse mudo”. Por eso, cuando María nació, insistiría con esta frase: “¿y si consiguiéramos que fuera cantadora?” Pues ya lo es. Entre otras cosas, para llegar a ese desenlace, Asunción inició en 2006 un nuevo ciclo jotero, con César Rubio como su segundo y actual profesor.
Y así, la gran satisfacción de Asunción, su mayor recompensa, su momento más especial, por encima de cualquier otro, llega cuando María sale por primera vez a escena para cantar en solitario una jota de estilo. Asunción la escuchó con llanto de emoción, desde el cuarto de las luces. La ilusión del padre, y también la suya propia, se había cumplido.

José Mª Prats Escriche